Pongamos la información anterior en contexto desde un punto de vista empresarial.
Debido a la forma en que sus hormonas responden al estrés, es mucho más probable que las mujeres profesionales se detengan y reflexionen sobre los factores estresantes en sus vidas. Sus colegas masculinos, por otro lado, son mucho mejores para decir esencialmente “¿a quién le importa?” y alejarse. Por esta razón, las situaciones estresantes tienden a prolongarse mucho más para las mujeres, y también las afectan durante mucho más tiempo.
Según la Asociación Estadounidense de Psicología, las mujeres son más propensas que los hombres a informar síntomas físicos y emocionales de estrés. Eso es particularmente cierto en el caso de síntomas como dolores de cabeza, que informan el 41 por ciento de las mujeres frente al 30 por ciento de los hombres; indigestión y malestar estomacal, que informan el 32 por ciento de las mujeres frente al 21 por ciento de los hombres; ganas de llorar, que es informado por el 44 por ciento de las mujeres frente al 15 por ciento de los hombres; y sentirse deprimido o triste, que es informado por el 38 por ciento de las mujeres frente al 30 por ciento de los hombres.
Lo peor es que, según un estudio que se publicó en Annals of Behavioral Medicine, insistir en los factores estresantes, ya que las mujeres son susceptibles de hacerlo, puede duplicar el riesgo de problemas de salud crónicos.
